Mi querido Norberto Casanello, Periodista, gran compañero de charlas interminables entre papeles judiciales, pìtutos, comentarios sobre algunos jueces de Familia de San Isidro, cafecitos, algun vaso de vino y muchos puchos apagados en el cenicero de algun bar, prepara un libro sobre el caso García Belsunce. Soy testigo directo de su vocaciòn por el periodismo, su inteligencia, su libertad de opiniòn y expresiòn y su opiniòn sobre cierta Justicia Argentina. La nota periodìstica que transcribirè fue publicada el 18-07-2004, 3 años antes de la sentencia en el sitio
http://www.lacapital.com.ar/2004/07/18/seniales/noticia_116262.shtml
http://www.lacapital.com.ar/2004/07/18/seniales/noticia_116262.shtml
[Nota de tapa] Ricos, famosos e impunes
Caso García Belsunce: la Justicia en versión country
El crimen de María Marta parece encaminarse a la impunidad. Pero los obstáculos a la investigación dejan al descubierto una trama de negocios poco claros
Caso García Belsunce: la Justicia en versión country
El crimen de María Marta parece encaminarse a la impunidad. Pero los obstáculos a la investigación dejan al descubierto una trama de negocios poco claros
Pasaron 620 días desde aquel domingo 27 de octubre del 2002 en que en un country de Buenos Aires sonaron los seis disparos que acribillaron a la socióloga María Marta García Belsunce.
Hoy, la investigación está paralizada. No hay detenidos ni procesados. El juez de la causa, Diego Barroetaveña, desacreditó la pesquisa realizada por el fiscal Diego Molina Pico, quien acusó al esposo de María Marta, el financista Carlos Carrascosa, de ser uno de los autores del crimen.
Molina Pico, tras 16 meses de investigación, apuntó a un móvil: las conexiones que tendría el matrimonio -y su entorno íntimo y familiar- con el lavado de dinero del narcotráfico y el Cartel de Juárez.
Recientemente, el juez separó al fiscal del caso al aceptar el pedido de los abogados de Carrascosa y otros parientes y allegados sospechados del crimen o su encubrimiento. Por su parte, Molina Pico apeló la medida y la cuestión deberá ser resuelta por la Cámara Penal de San Isidro en los próximos días.
Barroetaveña es el mismo juez que un 11 de abril de 2003 había ordenado la detención de Carrascosa bajo el cargo de homicidio agravado y que 42 días después le concedió un régimen de prisión preventiva morigerada que le permitió volver al country y gozar de absoluta libertad.
Sin embargo, la morigeración otorgada por Barroetaveña, tras recorrer todas las instancias judiciales, finalmente fue anulada por la Suprema Corte de la provincia. Pero el fallo del máximo tribunal bonaerense no fue cumplido.
ESCANDALO
El 2 de julio último, la defensa del viudo también consiguió apartar al presidente de la Cámara Penal de San Isidro, Fernando Maroto, quien había ordenado a Barroetaveña que cumpla con lo dispuesto por la Suprema Corte y detenga inmediatamente a Carrascosa.
El juez, para seguir desoyendo el fallo de la Corte, sólo tenía dos alternativas: dejarle la causa a otro magistrado o levantar la prisión preventiva que le había dictado al viudo 14 meses antes. Así, con la misma pluma que había escrito la resolución para poner tras las rejas a Carrascosa, volvió a trazar en el papel la orden de liberarlo sin que mediaran otras pruebas que aliviaran su situación. Por qué lo hizo, aún es un misterio.
Esto es sólo una pequeña parte del confuso enredo judicial que paralizó la investigación del crimen de María Marta García Belsunce y desató uno de los mayores escándalos judiciales que se recuerde en la provincia de Buenos Aires tras la restauración de la democracia.
Como broche de oro, el 5 de este mes, en el Consejo de la Magistratura y la Procuración bonaerense se iniciaron sendas investigaciones para determinar si la posible compra de una mansión por parte de Barroetaveña en un exclusivo country de la localidad de San Isidro se hizo con dinero bien habido. En esa maraña, donde la impunidad acecha, suenan cada vez más fuertes las sospechas sobre tráfico de influencias y merodea la sombra del Cartel de Juárez.
En la provincia de Buenos Aires ya se habla de dos tipos de justicia: La justicia Blumberg, mucho más drástica y expeditiva, que sólo se aplica con los delincuentes comunes; y la justicia country, que únicamente se les concede a quienes puedan ejercer su refinado influjo en los laberintos del poder y pagar abogados duchos en esas tareas.
DISPAROS EN LA TORMENTA
El drama que segó la vida a María Marta García Belsunce estalló en su propia residencia en el paquete country Carmel de la localidad de Pilar, a 55 kilómetros al norte de Buenos Aires y a 245 de Rosario. Fue un poco después que se desatara una tormenta de viento y lluvia. Esa tarde jugaban Boca y River en La Bombonera y luego Independiente y Rosario Central en Avellaneda.
En la casa se encontraron tres manchas de sangre, que no pertenecen a la víctima. Pese a que habían sido profusamente lavadas, aparecieron como pequeñas salpicaduras en una pared y en la alfombra de la antesala del baño de la planta alta, donde ocurrió el asesinato.
Pero los rastros no fueron descubiertos por la familia ni sus allegados, quienes sostenían que la mujer había muerto tras patinar en la bañera, sino que se detectaron tres días después del homicidio, al realizarse una pericia ordenada por el fiscal Molina Pico. Las salpicaduras se revelaron ante la luz ultravioleta tras la aplicación del reactivo químico Luminol, en una pericia de la Policía Científica.
María Marta fue velada en la casa, en su propia cama, tal vez con los orificios de bala obturados con la Gotita.
Al personal de la funeraria no se le permitió tener contacto con el cuerpo. La familia y sus allegados aseguran no haber visto nada raro durante el velatorio a pesar de haber encontrado un plomo calibre 32 largo debajo de la víctima, que luego resultó ser la sexta bala que le había rozado el cráneo. Dijeron que era un "pituto" de estante.
Más adelante, mediante una pericia, se supo que la sangre de la alfombra y las paredes pertenecía a dos hombres y una mujer que serían los presuntos asesinos.
La familia insiste en la teoría de que María Marta fue asesinada por un ladrón furtivo, un vigilador del country o un ex vecino con antecedentes de hurtos. Hasta ahora, el juez Barroetaveña sigue sin autorizar los exámenes forenses para comparar el ADN de los sospechosos con los patrones genéticos de las manchas halladas en la casa.
Algunos creen que la respuesta a esa postura del juez habría que buscarla en la calidad de los sospechosos que se niegan a someterse a una extracción de sangre y las influencias que detentan sus reconocidos abogados en el foro.
Hoy, la investigación está paralizada. No hay detenidos ni procesados. El juez de la causa, Diego Barroetaveña, desacreditó la pesquisa realizada por el fiscal Diego Molina Pico, quien acusó al esposo de María Marta, el financista Carlos Carrascosa, de ser uno de los autores del crimen.
Molina Pico, tras 16 meses de investigación, apuntó a un móvil: las conexiones que tendría el matrimonio -y su entorno íntimo y familiar- con el lavado de dinero del narcotráfico y el Cartel de Juárez.
Recientemente, el juez separó al fiscal del caso al aceptar el pedido de los abogados de Carrascosa y otros parientes y allegados sospechados del crimen o su encubrimiento. Por su parte, Molina Pico apeló la medida y la cuestión deberá ser resuelta por la Cámara Penal de San Isidro en los próximos días.
Barroetaveña es el mismo juez que un 11 de abril de 2003 había ordenado la detención de Carrascosa bajo el cargo de homicidio agravado y que 42 días después le concedió un régimen de prisión preventiva morigerada que le permitió volver al country y gozar de absoluta libertad.
Sin embargo, la morigeración otorgada por Barroetaveña, tras recorrer todas las instancias judiciales, finalmente fue anulada por la Suprema Corte de la provincia. Pero el fallo del máximo tribunal bonaerense no fue cumplido.
ESCANDALO
El 2 de julio último, la defensa del viudo también consiguió apartar al presidente de la Cámara Penal de San Isidro, Fernando Maroto, quien había ordenado a Barroetaveña que cumpla con lo dispuesto por la Suprema Corte y detenga inmediatamente a Carrascosa.
El juez, para seguir desoyendo el fallo de la Corte, sólo tenía dos alternativas: dejarle la causa a otro magistrado o levantar la prisión preventiva que le había dictado al viudo 14 meses antes. Así, con la misma pluma que había escrito la resolución para poner tras las rejas a Carrascosa, volvió a trazar en el papel la orden de liberarlo sin que mediaran otras pruebas que aliviaran su situación. Por qué lo hizo, aún es un misterio.
Esto es sólo una pequeña parte del confuso enredo judicial que paralizó la investigación del crimen de María Marta García Belsunce y desató uno de los mayores escándalos judiciales que se recuerde en la provincia de Buenos Aires tras la restauración de la democracia.
Como broche de oro, el 5 de este mes, en el Consejo de la Magistratura y la Procuración bonaerense se iniciaron sendas investigaciones para determinar si la posible compra de una mansión por parte de Barroetaveña en un exclusivo country de la localidad de San Isidro se hizo con dinero bien habido. En esa maraña, donde la impunidad acecha, suenan cada vez más fuertes las sospechas sobre tráfico de influencias y merodea la sombra del Cartel de Juárez.
En la provincia de Buenos Aires ya se habla de dos tipos de justicia: La justicia Blumberg, mucho más drástica y expeditiva, que sólo se aplica con los delincuentes comunes; y la justicia country, que únicamente se les concede a quienes puedan ejercer su refinado influjo en los laberintos del poder y pagar abogados duchos en esas tareas.
DISPAROS EN LA TORMENTA
El drama que segó la vida a María Marta García Belsunce estalló en su propia residencia en el paquete country Carmel de la localidad de Pilar, a 55 kilómetros al norte de Buenos Aires y a 245 de Rosario. Fue un poco después que se desatara una tormenta de viento y lluvia. Esa tarde jugaban Boca y River en La Bombonera y luego Independiente y Rosario Central en Avellaneda.
En la casa se encontraron tres manchas de sangre, que no pertenecen a la víctima. Pese a que habían sido profusamente lavadas, aparecieron como pequeñas salpicaduras en una pared y en la alfombra de la antesala del baño de la planta alta, donde ocurrió el asesinato.
Pero los rastros no fueron descubiertos por la familia ni sus allegados, quienes sostenían que la mujer había muerto tras patinar en la bañera, sino que se detectaron tres días después del homicidio, al realizarse una pericia ordenada por el fiscal Molina Pico. Las salpicaduras se revelaron ante la luz ultravioleta tras la aplicación del reactivo químico Luminol, en una pericia de la Policía Científica.
María Marta fue velada en la casa, en su propia cama, tal vez con los orificios de bala obturados con la Gotita.
Al personal de la funeraria no se le permitió tener contacto con el cuerpo. La familia y sus allegados aseguran no haber visto nada raro durante el velatorio a pesar de haber encontrado un plomo calibre 32 largo debajo de la víctima, que luego resultó ser la sexta bala que le había rozado el cráneo. Dijeron que era un "pituto" de estante.
Más adelante, mediante una pericia, se supo que la sangre de la alfombra y las paredes pertenecía a dos hombres y una mujer que serían los presuntos asesinos.
La familia insiste en la teoría de que María Marta fue asesinada por un ladrón furtivo, un vigilador del country o un ex vecino con antecedentes de hurtos. Hasta ahora, el juez Barroetaveña sigue sin autorizar los exámenes forenses para comparar el ADN de los sospechosos con los patrones genéticos de las manchas halladas en la casa.
Algunos creen que la respuesta a esa postura del juez habría que buscarla en la calidad de los sospechosos que se niegan a someterse a una extracción de sangre y las influencias que detentan sus reconocidos abogados en el foro.
1 comentario:
Fecha: 16/05/03
El caso García Belsunce no sólo conmueve a sus protagonistas...
El crimen que les cambió la vida
Además de los acusados y los familiares, hay mucha otra gente a la que el asesinato de María Marta le modificó la existencia. Hay quienes perdieron el trabajo y la paz cotidiana. Pero no todos fueron cambios negativos. También hay quienes mejoraron sus ingresos y hasta tuvieron sus cinco minutos de fama.
La mayoría de ellos no la conocía. Algunos ni siquiera habían escuchado su nombre alguna vez. Pero de un día para otro, de una manera u otra, se vieron relacionados con ella y sus vidas cambiaron. Algunos tuvieron que enfrentar el seguimiento de los medios y sufrieron la pérdida del anonimato, otros, en cambio, disfrutaron su desfile por los canales de televisión. Muchos perdieron la tranquilidad con la que estaban acostumbrados a vivir, otros obtuvieron mejoras en su trabajo de todos los días. El crimen de María Marta García Belsunce conmovió al país… y a ellos les convulsionó la vida.
"Nosotros abrimos en diciembre y pensamos que por la feria judicial íbamos a estar mordiendo clavos. Pero a raíz de este caso, enero fue muy movidito. Las primeras semanas tuvimos todos los días unos 30 ó 40 periodistas instalados en el bar, por eso abrimos hasta los sábados y domingos. Lo que le pasó a esta señora es una desgracia, pero la verdad es que a nosotros nos vino bien", confiesa Juan Manuel Granda, dueño de Estribo´s, el bar que está debajo de la Fiscalía de Pilar. Cuando a principios de diciembre el asesinato de María Marta García Belsunce se hizo público, el negocio de Granda se convirtió en un lugar estratégico y en un punto de reunión de abogados y periodistas. Los abogados Scelzi, Nardi y Ribas, y los principales testigos de la causa -incluido el propio Carrascosa- pasaron por su kiosco a comprar cigarrillos, caramelos o gaseosas. "Los días que vienen los periodistas y los abogados, las ventas crecen de una manera inusual y duplicamos la cantidad de sándwichs que preparamos por día", asegura Juan Manuel. El éxito inesperado de su negocio le permitió expandirse, y hace 20 días abrió enfrente un locutorio y una fotocopiadora.
Norberto Casanello es periodista, hace tres años que trabaja en el Diario de Pilar y es uno de los habitués del barcito de Juan Manuel. A la mañana y a la tarde, él siempre está allí presente tratando de recabar algún dato nuevo. "Desde que publiqué la versión que desmentía el accidente y afirmaba que María Marta había sido asesinada, mi vida laboral cambió -asegura Casanello-. A partir de ese día empecé a levantarme temprano por las llamadas de las radios y desfilé por todos los medios gráficos y televisivos. Nuestro diario triplicó las ventas y se convirtió en fuente de medios importantes como Clarín y La Nación. Ahora la gente me para por la calle para preguntarme por el crimen de García Belsunce". Algo similar le sucede al doctor Roberto Ribas -abogado defensor de Nicolás Pachelo- que asegura recibir cada vez más invitaciones a reuniones sociales porque todos quieren conocer las últimas novedades del caso. "Cada vez tengo más invitaciones... Los compañeros de colegio de Agustina, mi hija, la paran en los recreos para preguntarle detalles del caso. Y todos los días cuando llego a casa, en lugar de preguntarme cómo estoy, mi hija me pregunta quién es el asesino", comenta Ribas no sin humor.
Desgracias de la desgracia
A quien no le divierte para nada que lo relacionen con el caso García Belsunce es a Horacio Scrosoppi, el marido de Alba Benítez, la encargada del Club House de Carmel y responsable de uno de los testimonios que más comprometen a Carrascosa. Horacio, administrador del restaurante La Casona de Alba que el matrimonio tiene en las afueras de Pilar, asegura que después del asesinato de Carmel la clientela bajó considerablemente. "Esto es un garrón. La verdad es que esta historia me perjudicó muchísimo, me arruinó. Hace 15 años que trabajo en la zona y nunca me había pasado algo así. Antes mi negocio estaba lleno de gente de los countries. Hoy está prácticamente vacío", se queja indignado.
A Miguel, el mozo del bar de la estación de servicio ubicada en la entrada de Pilar, tampoco le resultó muy agradable verse involucrado casi por casualidad en el asesinato que comenta el país. Al día siguiente del crimen de María Marta, él atendió a Nicolás Pachelo y, mientras le servía un café, el vecino le comentó sobre el asesinato. Así fue como terminó involucrado en la causa y tuvo que ir a declarar a la fiscalía de Pilar. "Al principio tuve un poco de miedo. Es que de un momento para otro parecía que yo era el testigo clave y que había visto al asesino de esa señora", reconoce Miguel. Cuando su testimonio se dio a conocer, periodistas, curiosos y hasta el propio Pachelo se acercaron a la estación de servicio para hablar con él. "Me buscaban todos los medios. Mi mujer estaba preocupada. Por eso el patrón decidió que podía adelantar mis vacaciones y tomarme dos semanas hasta que pasara todo", recuerda.
Sin lugar a dudas, desde donde se escuchan más voces de personas afectadas por este caso es desde el country Carmel. "Dentro del club, a los Carrascosa no los quieren ver ni en figuritas… El crimen alteró la vida de todos. Antes vivíamos en un lugar completamente normal, poco conocido, tranquilo. Ahora todos te insisten para que cuentes chismes del caso, y nosotros sabemos igual o menos que lo que dicen los medios", asegura un vecino que hace 18 años vive en el country, y prefiere no dar a conocer su nombre y apellido. "Es un desastre. Este caso me saturó. Quiero que en el club se pueda estar en paz, sin escándalos alrededor tuyo, y que Carmel vuelva a ser un lugar donde uno pueda descansar", dice otro habitante del conmocionado country.
"La gente de acá está muy susceptible. Hay muchos nervios y peleas internas para que la seguridad sea total y nadie entre en el club. Esto genera grandes demoras en los controles de acceso", comenta otro vecino mientras una mujer que también vive allí agrega: "El country ahora parece un River-Boca. Está dividido en dos bandos: los que le creen a la familia y los que no". Pero el aumento de controles y demoras en la entrada no es un problema exclusivo de Carmel. Desde que ocurrió el asesinato, la mayoría de los countries y barrios cerrados reforzaron los controles de acceso. "Antes, para entrar a un country todo conductor de un vehículo debía presentar su documento. Ahora todas las personas que están en el auto deben hacerlo. Te piden cada vez más datos y hay que esperar muchísimo tiempo para poder ingresar", se queja un empleado de una de las más conocidas inmobiliarias de Pilar.
Otro de los motivos que más altera a los vecinos es que, a raíz de este asesinato, la imagen del country se vio perjudicada y eso provocó la baja del precio de las propiedades. "Carmel se vendía como un lugar tranquilo, familiar. Hoy la gente lo mira de otra manera, con una imagen mucho más sucia que la que tenía. Hay un shock grande. Casos como éstos afectan a todos, aunque esperemos que se supere con el tiempo…" comenta Armando Leguizamo, de la inmobiliaria R&R Propiedades. Pero el temor por la inseguridad no es sólo una cuestión de imagen. "Cada vez más personas vienen a consultarnos para instalar un sistema de alarmas en sus casas. Después del caso García Belsunce, ya nadie se queda tranquilo sólo con la seguridad del country", asegura Franco Ballesteros, vendedor de una agencia de alarmas y seguros a la que ahora le va mejor y que acaba de inaugurar su sucursal en Pilar.
El buen nombre por el que María Marta García Belsunce luchó toda su vida estará asociado para siempre en el imaginario colectivo con crimen-sospechas-intrigas-encubrimiento-perversión. María Marta García Belsunce pasó a la historia. Y le modificó la vida a muchos, pero no como ella hubiera querido.
Texto P. Maldonado/F. Sanguinetti. Fotos M. Didari/G. Sancricca
Publicado en revista Para Ti on line el 16-05-2003
Publicar un comentario